Este viernes se conmemoró un cuarto de siglo de aquella noche mágica en Tokio, cuando Boca Juniors doblegó 2-1 al poderoso Real Madrid en la final de la Copa Intercontinental 2000. Los ídolos de ese equipo que puso al fútbol argentino en la cima del mundo volvieron a ser el centro de todas las miradas, reviviendo emociones que todavía erizan la piel a los hinchas. Fue un logro que cambió la historia del club y dejó una huella imborrable. ⚽
Entre tantos recuerdos, surgió una voz que todos esperaban con ansias: la del arquitecto principal de esa conquista. Carlos Bianchi, el Virrey, decidió hablar en una entrevista exclusiva con El Canal de Boca, el medio oficial del club. En una conversación relajada, repasó los detalles de esos días intensos en Japón, soltando perlitas que dan para analizar durante horas.
El foco total antes del duelo estelar
Justo cuando le preguntaban sobre los días previos al choque contra los Galácticos, Bianchi no dejó terminar la consulta y largó una joya: “Nosotros no paseamos”. Con esa frase cortante, dejó claro que el grupo estaba cien por ciento metido en la preparación, sin distracciones ni turismo. Era un mensaje directo para resaltar la seriedad con la que encararon el partido más importante de sus vidas.
Siguió en la misma sintonía, con ese humor sutil que lo caracteriza. “Uno no sabe cuando puede volver a jugar una final del mundo… Bueno a los 3 años se jugó, pero no es tan fácil, ja”, soltó entre risas, recordando que tres años después repitieron la hazaña ante Milan. Esa mentalidad de no desaprovechar chances únicas fue clave para domar a un rival lleno de estrellas.
Jugadores inteligentes, el secreto del éxito
Bianchi siempre priorizó la cabeza por sobre el talento puro. Sobre sus dirigidos, afirmó: “Jugar una final de la Copa del Mundo no es algo que llega todos los días. Tenías que ser bastante estúpido para hacer cosas que no tenías que hacer. Yo lo dije siempre, es bueno tener buenos jugadores pero jugadores inteligentes. Afortunadamente, tuve grupos que lo fueron y comprendieron que uno trata de llevarlos por buen camino”. Ese equilibrio entre habilidad y astucia fue lo que permitió al plantel superar a un Real Madrid repleto de figuras de élite.
En los entrenamientos, nada cambió pese a la magnitud del rival. “No cambiamos en nada nuestra manera de trabajar. Lo más importante de ese viaje es haber ganado la copa, pero era un plantel que comprendió muy bien que estaba ante una ocasión única”, explicó el entrenador más ganador de la historia de Boca. Esa disciplina cotidiana, sin modificaciones locas, resultó en un desempeño impecable que sorprendió al mundo.
Del festejo al próximo objetivo en horas
Una vez alzada la copa, Bianchi no dejó que la euforia los descontrolara. Contó que, tras la cena de celebración: “Cuando terminamos de cenar, cantamos y bailamos, había que ir a dormir. A partir de ese momento empezaba la recuperación, tenía a San Lorenzo en la cabeza y Real Madrid ya había pasado”. Así de profesional fue el enfoque, pasando página rapidísimo para enfocarse en el torneo local.
El Virrey cierra con un guiño a los bosteros
Para despedirse, Bianchi dejó frases que calan hondo en el alma xeneize. “Estoy contento de haber vivido el Mundo Boca en un momento de mi vida”, expresó con emoción, reconociendo lo especial de esa etapa dorada. Y de cara a la gente, remató: “Les envío a todos los bosteros un gran saludo, deseándoles lo mejor. ¡Felicidades!”. Palabras que reavivan el orgullo y recuerdan por qué el Virrey es eterno en La Bombonera.

















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